Ocho militares mueren por explosivo en zona de conflicto entre Michoacán y Jalisco: la guerra que no cesa
La violencia volvió a cobrar una factura muy alta en los límites entre Michoacán y Jalisco. Ocho elementos del Ejército mexicano, pertenecientes a las Fuerzas Especiales, murieron tras la explosión de un artefacto explosivo mientras realizaban patrullajes en una zona controlada por el crimen organizado.
La tragedia ocurrió en el municipio de Los Reyes, Michoacán, cuando un vehículo blindado de la Fuerza Especial de Reacción Inmediata (FERI) activó una mina artesanal al cruzar una brecha. En un primer momento se reportaron seis bajas, pero con el paso de las horas se confirmó que eran ocho los militares fallecidos.
La zona donde ocurrió el ataque es una de las más disputadas entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y los llamados Cárteles Unidos, una alianza de grupos locales. La región ha estado bajo constante tensión, y en los últimos años se ha documentado la presencia de exmilitares extranjeros —incluidos colombianos— que asesoran o entrenan a estos grupos en tácticas de guerra y fabricación de explosivos.
Desde el sábado anterior, el Ejército había desplegado un operativo para desmantelar un centro de operaciones del CJNG en Santa María del Oro, Jalisco. No era una misión menor: se trataba de ir al corazón del territorio enemigo. Pero en el camino, una trampa mortal los esperaba.
Una guerra sin frente definido
La violencia en esta región no ocurre en campos de batalla formales, sino en caminos rurales, brechas y comunidades donde el Estado muchas veces está ausente o llega solo tras la tragedia. La línea entre el crimen y el control territorial es cada vez más delgada, y los militares terminan siendo enviados a una guerra que no parece tener ni final ni estrategia clara.
Estos hechos nos obligan a reflexionar: ¿hasta cuándo se seguirá normalizando que el Ejército enfrente con explosivos artesanales a cárteles mejor armados y organizados que muchas policías locales? ¿Qué pasa con las comunidades atrapadas en medio de estos conflictos?
La muerte de estos ocho militares no solo representa una pérdida humana: es también una evidencia más de que en muchas regiones de México, la violencia no es un episodio, sino una condición permanente.