UIF congela cuentas de Bermúdez Requena: el dinero sucio de la impunidad
NACIONAL/ 25/07/25-La noticia del bloqueo de cuentas bancarias a Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco, junto con las de sus familiares, socios y empresas vinculadas, es más que un simple golpe financiero: es una señal de alerta sobre cómo el poder en México sigue siendo utilizado como vehículo para el enriquecimiento ilícito.
La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), en colaboración con la Procuraduría Fiscal y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, ha documentado transferencias atípicas, movimientos inusuales y esquemas de simulación fiscal que apuntan a posibles delitos de lavado de dinero y corrupción. ¿El contexto? Un funcionario que alguna vez tuvo en sus manos la seguridad de un estado entero, hoy bajo sospecha de haber usado su cargo no para proteger a los ciudadanos, sino para tejer una red financiera opaca con fines personales.
Más allá del titular, el caso de Bermúdez Requena refleja una realidad que muchos prefieren ignorar: la corrupción en los cuerpos de seguridad no solo vulnera el tejido institucional, sino que corrompe la esperanza social. ¿Cómo confiar en las instituciones cuando quienes deberían combatir el delito son los primeros en delinquir desde dentro?
El bloqueo de cuentas, la suspensión de casas de apuestas operadas por sus familiares, y la intervención de múltiples dependencias demuestran que la impunidad puede ser enfrentada, pero también dejan una interrogante inquietante:
¿Cuántos más están operando con el mismo patrón y aún no han sido tocados?
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público se comprometió a mantener “acciones permanentes contra el lavado de dinero, la corrupción y los delitos financieros”. El discurso es correcto, pero la ciudadanía exige más que declaraciones. Exige resultados, procesos judiciales y sentencias ejemplares. Porque si todo queda en el congelamiento temporal de activos y un par de comunicados, habremos perdido otra batalla más contra ese cáncer sistémico que carcome a México desde las oficinas públicas.
El combate a la corrupción no puede ser selectivo ni temporal. Si realmente se quiere reconstruir la confianza ciudadana, no basta con perseguir a unos cuantos rostros visibles cuando el ciclo electoral lo permite. Hay que ir a fondo, sin filias ni fobias, sin excepciones ni complicidades.
Hoy fue Bermúdez Requena. ¿Y mañana? El verdadero cambio será visible cuando estas acciones no sean noticia aislada, sino la norma en un país donde ser funcionario no signifique impunidad, sino responsabilidad real.